Emilio Castro - Pastor uruguayo, justo reconocimiento
Por Domingo Riorda
El pastor Emilio Castro, uruguayo, tendrá un justo reconocimiento al presentarse el libro que reseña su vida y pensamiento, “Pasión y compromiso con el Reino de Dios”, el jueves 22 de febrero a las 19, en el auditorio de la Asociación Cristiana de Jóvenes, Reconquista 439 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“Este es un intento de rescatar para las nuevas generaciones el ministerio y la experiencia ecuménica de un ¨grande¨ de nuestro continente…..Es querer rescatar la memoria histórica” expresan Carlos Sintado y Manuel Quinteros Pérez, autores de “Pasión y compromiso”, editado por Kairós,
Tal motivación llega en el instante apropiado, cuando la sociedad tiene tantas dificultades para trasvasar su historia y desde sectores evangélicos/evangelistas retienen la mirada en sus ombligos autoproclamándose inventores del compromiso social.
Como si hubiera estado escondida en las curvas de los tiempos, la sentencia de Sintado/Quinteros irrumpe en este momento agregándose otra, de similar relevancia, el reconocimiento de que tienen “un deuda de gratitud” con líderes que “contribuyeron a reafirmar nuestro compromiso ecuménico y a enriquecer nuestras vidas”.
Los autores explican que su propósito fue demostrar que lo que ocurre hoy – en este caso “el camino ecuménico”- no surge "ex nihilo", “sino que tiene rostros concretos” de mujeres y hombres “que han sabido responder al desafío histórico” cuyo legado “es fundamental para comprender nuestro presente y nuestro lugar en el mundo”
Entre esas mujeres y hombres, el rostro, la voz, el gesto elegido fue el de Emilio Castro, “un cristiano íntegro que esparce por doquier semillas de amistad y promueve la comprensión, sin olvidar echar mano del látigo cuando es menester expulsar del templo a los mercaderes”, en una trayectoria de constantes sorpresas.
“No, no, esperen, ¡este era el que repartía el pan!” exclamó el hombre, de cierta edad, quien rebelándose a su proclamado agnosticismo había pedido hablar con un “pastor” porque tenía algunas cuestiones existenciales para conversar.
Era cierto, ese joven que ahora lo visitaba en su calidad de pastor, Emilio Castro, siendo adolescente le traía el pan a su casa al igual que a sus vecinos, Además, se sabía, que era parte del grupo de gurises que arrojaban piedras al templo metodista de La Aguada, en Montevideo, su barrio de nacimiento. Desde entonces los códigos barriales le permitieron ir desgranando las diversas facetas humanas introducidas en su rica interioridad.
El rescate histórico del personaje Emilio Castro se consustancia con su origen, la democrática y laica historia de Uruguay, la de las cálidas y casi familiar relaciones humanas, empujadas, tal vez, por los pocos kilómetros de su geografía, pero también por el constante empeño de mantener la calidad humana al vivir en una pequeña casa entre dos colosos edificios, Brasil y Argentina, que presionan sin tregua sobre el ser uruguayo.
El personaje Emilio Castro es entendible al visualizar la pléyade de líderes de la ciudadanía uruguaya de su generación y de la anterior y de la subsiguiente, con su excelencia cultural y su compromiso social, en la que la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU) fue fiel dando a luz un liderazgo local de gran relevancia.
Durante la Dictadura uruguaya hubo una serie de pastores y laicos que sufrieron la cárcel con sus consecuencias de torturas como Ademar Olivera, Diego Frisch, Heber Cardozo, Miguel y Katia Brun, Hiber Conteris. Algunos fueron obligados a exilarse, Emilio Castro, Oscar Bolioli, Julio Santa Ana, quienes, junto a otros y otras, fueron goznes insustituibles del ecumenismo mundial por su capacidad intelectual y vivencia de la fe evangélica.
La IMU, quien sufrió el éxodo de ese liderazgo, es una de las pocas iglesias evangélicas continentales que contribuyó internacionalmente con tantas personas de alto testimonio social, torturados y exilados. En su andar se vio favorecida con cierto cierre de ese círculo histórico, como el regreso de uno de sus pastores, Oscar Bolioli, Presidente actual de la IMU, aportando la rica experiencia y conocimientos recogidos en su paso por el Consejo Mundial de Iglesias y del Consejo Nacional de Iglesias de EE.UU. –donde fue el responsable de las relaciones con Latinoamérica, algo así como un “canciller”- por lo que devolvió a Uruguay gran parte del enorme aporte que el metodismo de ese país hizo al quehacer ecuménica mundial.
Emilio Castro perteneció a ese hito histórico. De allí la justeza de la opinión de Sintado/Quinteros al afirmar que “Castro une en su ministerio la pasión en la lucha por la justicia y el deseo de que todos puedan conocer el mensaje liberador de Jesucristo” confesando que “Descubrimos al hombre de fe, que ha recorrido casi todo el mundo, llevando la llama del ecumenismo, la búsqueda de la unidad de toda la humanidad y de la iglesia” considerándolo “Un aporte fundamental de un latinoamericano” esculpido en la caldera uruguaya.
“Pasión y compromiso con el Reino de Dios”, con su oportuno reconocimiento histórico abre las puertas a rever esa conocida pseudo afirmación de “Uruguay como la Suiza latinoamericana” pues ese país europeo construyó su presunta democracia –muy xenófoba- afirmado en las bodegas de sus bancos, mientras que la República Oriental lo hizo con el esfuerzo de su ciudadanía, la valentía de ser un Estado Laico y el surgimiento de hombres y mujeres que, en el caso de la Iglesia Metodista, tiene a Emilio Castro como su epígono indiscutible. + (PE)
07/02/19 - PreNot 6490
Agencia de Noticias Prensa Ecuménica - ECUPRES
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