Hugo Assman
De la teología de la liberación a la educación para la esperanza
Por Juan José Tamayo
Con el fallecimiento de Hugo Assmann (Brasil 1933- 22 de febrero 2008) la teología latinoamericana de la liberación pierde a uno de sus más significativos exponentes. Su contribución fue decisiva en el nacimiento y desarrollo del nuevo paradigma teológico, junto con Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Segundo, Segundo Galilea Joseph Comblin, Míguez Bonino, Ruben Alves, Leonardo Boff, Ignacio Ellacuría Jon Sobrino, Elsa Támez, Pablo Richard, etc. Obtuvo el doctorado en la Universidad Gregoriana en 1961 con una tesis sobre La dimensión social del pecado, en la que adelantaba las grandes líneas por donde iba a discurrir su discurso liberador.
Realizó estudios de postgraduado en Ciencias Sociales con especialidad en Comunicación en la Universidad de Frankfurt.
Fue investigador y profesor visitante en la Universidad de Münster. Posteriormente enseñó en las universidades de la República de Montevideo, la Católica de Chile y la Nacional de Costa Rica. Junto con Franz Himkelammert, José Duque y otros teólogos latinoamericanos fundó en San José de Costa Rica el Departamento Ecuménico de Investigaciones, espacio privilegiado de diálogo riguroso y crítico entre teólogos de la liberación y científicos sociales, donde he tenido la suerte de participar en numerosas sesiones de trabajo.
A su vuelta a Brasil a comienzos de la década de los ochenta desarrolló su docencia en la Universidad Metodista de Piracicaba (Sâo Paulo, Brasil) como profesor de Educación y Comunicación. Colaboro en la fundación de la Asociación Ecuménica de teólogos del tercer Mundo (EATWOT) y en la Sociedad Ecuménica de Teología y estudios Religiosos de Brasil.
Una de las características de la personalidad intelectual de Hugo Assman era su excelente formación interdisciplinar. En su pensamiento interactuaron siempre de manera creativa la teología, la economía, las ciencias sociales, la comunicación y la pedagogía. Su principal contribución a la teología fue la madrugadora obra Opresión-liberación. Desafío a los cristianos (Tierra Nueva, Montevideo, 971), que reelaboró en Teología desde la praxis de liberación.
Ensayo teológico desde la América dependiente -la más emblemática e influyente-, donde ofrece los aspectos metodológicos y sociopolíticos de la teología de la liberación en relación con la praxis revolucionaria.
Es uno de los primeros teólogos de la liberación que recurrió a las ciencias sociales como mediación del discurso teológico para que éste no cayera en idealismo. A esta obra pertenece un texto que ha servido de guía a los teólogos y teólogas de las diferentes tendencias ideológicas: “Si la situación histórica… de dos tercios de la humanidad, con sus 30 millones de muertos de hambre y desnutrición, no se convierte en punto de partida de cualquier teología cristiana hoy, la teología no podrá concretizar históricamente sus temas fundamentales. Sus preguntas no serán preguntas reales. Por eso, es necesario salvar a la teología de su cinismo. Porque, realmente, frente a los problemas del mundo de hoy, muchos escritos de teología se reducen a cinismo”.
Con su peculiar sentido autocrítico calificaba la primera etapa de la teología de la liberación como “el tiempo de los lenguajes iracundos” y cuestionaba la obsesión de ver tinieblas por todas partes y con las exacerbaciones de la “conciencia infeliz” a las que llevó la teología de la liberación.
Su aportación más importante en el terreno de la Comunicación fue La Iglesia electrónica y su impacto en América Latina, donde analiza el carácter ideológico de los programas radiofónicos y televisivos controlados por los “telepredicadores” norteamericanos y sus negativas repercusiones en los movimientos pentecostales latinoamericanos. Califica a la “Iglesia electrónica” de movimiento idolátrico, cuyas víctimas son los pobres. Más que por el literalismo bíblico, el fundamentalismo se caracteriza por la defensa de los valores tradicionalistas en el terreno religioso y político, la concepción individualista de la salvación, las materializaciones tangibles de Dios y la mercantilización de la religión.
Obra mayor de Assmann es La idolatría del mercado, donde estudia el entrelazamiento entre economía y teología desde la sospecha de que la economía trabaja muchas veces con presupuestos teológicos, y no precisamente los más compasivos, solidarios y liberadores, sino los más opresores. La racionalidad económica, a su juicio, secuestra aspectos fundamentales del cristianismo y desemboca en “religión económica”. Ésta desencadena un proceso de idolatría alimentada por una ideología sacrificial que exige sacrificios de vidas humanas en el altar del neoliberalismo. “Los ídolos -afirma- son los dioses de la opresión”.
Sus mejores aportaciones de los últimos años han tenido lugar en el terreno de la educación con obras como Paradigmas educativos y corporeidad (1993), Metáforas nuevas para reencantar la educación (1998) y Competencia y sensibilidad solidaria. Educar para la esperanza (2000). ¿Ejemplo? El siguiente texto de su autoría escrito en 2001: “Educar es luchar contra la exclusión. Educar significa salvar vidas. Por eso ser educador/a es hoy la más importante tarea social emancipatória… El actuar pedagógico es hoy el terreno más desafiador de la actuación social y política”. (PE/Adital)
(*) Juan José Tamayo, teólogo español.
08/03/03 - PreNot 7204
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