19 fevereiro, 2008

La reconfiguración del cristianismo exigiría nuevo rol del CMI

Por Sergio Patrini - París:

Las migraciones, el significativo crecimiento de las comunidades carismáticas, pentecostales, evangélicas libres y las megaiglesias están reconfigurando el cristianismo según la interpretación del pastor Samuel Kobia, Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias quien apunta a un extensión del rol del CMI en el espectro ecuménico futuro.

Al presentar su informe al Comité Central del CMI, el Dr. Samuel Kobia desarrolló el aspecto de la "reconfiguración del cristianismo" producto del movimiento migratorio mundial y el fenómeno carismático, pentecostal y de las grandes iglesias (megaiglesia) que plantearían la necesidad de pensar en la renovación de las comunidades y de la importancia del CMI en un rol ecuménico mas extensivo del que tiene actualmente.

Para el Secretario General del CMI los movimientos señalados exigen cambios en la organización de las iglesias y en las formas que se expresa la fe en la vida cotidiana al punto que se hace necesario "volver a pensar lo que significa ser la iglesia a nivel local y mundial en el contexto actual".

Con habilidad Kobia introduce el tema de que "Entre las iglesias están surgiendo nuevas alianzas en relación con los valores morales", un hecho más que notable desde hace unas décadas, como también coloca sobre el tapete que "las diferencias eclesiológicas profundas que fueron suficientemente importantes como para frenar la cooperación ecuménica en el pasado parecen ya no tener importancia en este contexto"

Esos dos puntos han estado existiendo sin ser considerados con la franqueza que ahora lo hace Kobia. Las alianzas, especialmente en los sectores más conservadores, son sobre cuestiones morales mientras que las discusiones académicas sobre aspectos doctrinales han ido perdiendo significado y pertinencia.

Kobia no profundiza el tratamiento que debería tener esas dos consideraciones sino que derivó su razonamiento hacia el hecho de que "hay otros signos” como que “las iglesias evangélicas libres y pentecostales evidencian un creciente interés por los problemas sociales y ecológicos y participan en su solución mucho más de lo que se esperaba", lo cual es cierto, pero que esas circunstancias no diluyen ni dan nueva sentido a las alianza sobre “valores” y el decrecimiento sobre la importancia doctrinal.

Más aun, la importancia que Kobia asigna los avances del Foro Cristiano Mundial, la formación de la Alianza ACT (Acción Conjunta de las Iglesias) tras la fusión de ACT International y ACT para el Desarrollo, y el debate sobre una nueva forma de Asamblea del CMI que abra un mayor espacio a las comuniones cristianas mundiales, las organizaciones ecuménicas regionales y otros interlocutores ecuménicos, pueden llegar a ser más de lo mismo pues mantendría formas estructurales no pertinentes al desarrollo vivencial de la misión del cristianismo en este tiempo y corre con el peligro de creer que se avanza, pero que en realidad esquiva el problema de fondo.

Kobia parece confiarse en la sabiduría de "Profundizar en la comunidad fraternal” de manera que “se mantenga el equilibrio entre los logros del pasado y las tareas de cara al futuro, entre la comunidad que ya existe en el CMI y la necesidad de trascenderla para reunir verdaderamente a todas las iglesias que confiesan al Señor Jesucristo como Dios y Salvador" cuando en realidad no se necesita equilibrio sino superación de la etapa a la que ha llegado el ecumenismo del CMI reestablecido en su Asamblea fundadora en 1948, hace sesenta años atrás.

El Comité Central del CMI, que delibera en Ginebra hasta el 20 de este mes, intentaría cumplimentar lo expresado en la Novena Asamblea General del CMI en Porto Alegre (2006) donde se explicitó que cambios en el contexto internacional y en el panorama eclesial “demandan un nuevo tipo de asamblea del Consejo que posibilite superar la fragmentación del movimiento ecuménico y asegurar una mayor coherencia del mismo”.Siguiendo sus lineamientos el Comité Central propone el proceso de “escuchar” y “discernir” para lograr “que ese nuevo estilo de asamblea sea exitoso” sin preguntarse si las congregaciones su organismos consultados saben lo que ocurre y tienen sabiduría para explicar lo que debe realizarse. Por lo pronto siguen pensando en Asambleas como si ellas tuviesen el hilo mágico orientador de las complejidades actuales de la búsqueda de lo religioso en los seres humanos y sin reconocer que la mayoría de esos encuentros son acciones repetitivas que concluyen sobre lo mismo sin ahincar el diente en el núcleo de la problemática actual.

Así, desde los mismos comunicados del Comité Central se informa que para la 10ª. Asamblea, en el 2013 “El lugar ideal para hospedar la próxima asamblea del CMI debería poder acomodar en un mismo lugar a 7.000 personas para las celebraciones litúrgicas, proveer espacios de reuniones simultáneas para 5.000 y un foro de plenarias para no menos de 2.500 personas”, es decir, un evento monstruoso que involucraría mucha gente capacitada para su logro con la casi seguridad de que se cumpliría aquel conocido refrán de “parió la montaña y dio a luz un ratón”.+ (PE)

08/02/19 - PreNot 7176
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